Creo firmemente que uno de los principios básicos de la vida, y por supuesto en general, es tener una buena base, y lo creo en todos los ámbitos. Si no hay una buena base para empezar cualquier cosa, lo más probable es que no salga bien.
Creo que estarás de acuerdo conmigo en este principio.
Y es un principio que también aplico en mi profesión y en mis servicios. Antes de hacer cualquier cosa sobre la piel o el cabello, es importante que haya una buena base, si no, todo lo que hagamos encima, no resultará como esperas.
Si me conoces o me sigues en alguna red social, sabrás que soy una auténtica pesada con el tema de la hidratación, tanto capilar como facial.
Y es que hay gente que llega hasta mi estudio para arreglar un color, o con el rizo apenas sin forma, o con el pelo muy encrespado, con la esperanza que un nuevo color, alisado o trabajo técnico, les obre el milagro de tener un pelo brillante, suelto y suave; sin embargo, el trabajo DE BASE, no está hecho. El 98% de las mujeres no hidrata su cabello como es debido, o simplemente no lo hidrata, ni tampoco su piel, ni hay una rutina de limpieza o belleza que les lleve a conseguir el resultado que anda buscando.